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EUA temía que FMLN se impusiera a Funes si este ganaba presidencia

Rodrigo Baires Quezada

Publicado el 13 de Junio de 2011

La embajada temía una victoria de Mauricio Funes en 2009. Desde 2006 ponían atención a aquel posible candidato y el temor no radicaba tanto en Funes, sino en lo que el FMLN pudiera hacer si ganaba la presidencia. Los embajadores de turno, republicanos de pura cepa, temían que el partido aplastara al gobernante y que este fuera incapaz de ejecutar su agenda.


El nombramiento de Mauricio Funes como candidato a la presidencia del FMLN generó más temor que tranquilidad para la embajada de Estados Unidos. Por un lado, veían la posibilidad de que Funes ganara, pero por otro, temían que quien obtuviera el poder en realidad fuera el partido de Funes, el FMLN.

Para abril de 2007, a cinco meses de que se conociera oficialmente la candidatura de Funes, la sede diplomática dudaba de que el entones periodista, en caso de lograr la postulación y ganar la elección, pudiera imponerse a la ideología del Frente y mantenerse fiel a sus promesas centristas, so pena de caminar rumbo al exilio político en un partido acostumbrado a purgas para resolver sus disidencias.

Entonces, las valoraciones hechas desde El Salvador venían de los embajadores Douglas Barclay y Charles L. Glazer, ambos miembros del partido Republicano estadounidense y funcionarios sin experiencia diplomática previa hasta su llegada a San Salvador. Según los cables diplomáticos de WikiLeaks, ambos desconfiaban de que Funes pudiera hacer prevalecer sus ideas ante la vieja guardia del FMLN, que declaraba su simpatía con el gobierno de Hugo Chávez y con el resto de países del bloque bolivariano.

Sobre Funes, la embajada creía que era una persona arrogante y que se podía irritar ante situaciones adversas, pero a medida que pasó el tiempo y Funes se convirtió en candidato, sus temores se centraban en el partido. ¿Era Mauricio Funes un candidato que haría valer su independencia o solo un títere del FMLN que viajaba con bandera de centro para asegurar la primera victoria electoral de una presidencia de izquierdas?

La embajada siguió los pasos de Funes desde 2006, cuando empezaba a sonar en boca de sus informantes como posible candidato presidencial para 2009. El 16 de octubre de ese año, Douglas Barclay firmó un mensaje confidencial a Washington D.C. y a todas las embajadas del istmo haciendo una relación de los posibles candidatos del FMLN.

Bajo el título de “El Salvador: FMLN ‘Presidenciables’ para 2009”, la embajada razonaba que el partido de izquierdas, tras la derrota de 2004, tenía la difícil decisión de mantenerse fiel a su plataforma electoral o asegurar “una victoria en las elecciones” llevando foráneos a su fórmula. Según el cable, “Entre los posibles candidatos se incluyen, además de los veteranos de la línea dura del partido, un presentador televisivo de izquierda y un ex miembro de los gabinetes de Arena: Mauricio Funes y Arturo Zablah".

Zablah había sido ministro de Economía, comisionado presidencial de negocios y presidente de CEPA entre 1989 y 1999, en dos períodos presidenciales de Arena. “Después de dejar el gobierno, Zablah hizo críticas públicas contra la dolarización de la economía salvadoreña y el CAFTA en 2001”, relata el cable, al tiempo que ya se hablaba de que tenía pláticas con el FMLN y “sonaba como posible candidato vicepresidencial”.
 
Para la embajada, Funes era realmente el único de los foráneos que sonaba como presidenciable. El entonces periodista, según las encuestas de Arena que habían visto los oficiales de la embajada, pudo haber ganado las elecciones de 2004 con un margen de 10 puntos por encima de cualquier candidato de Arena. FMLN no lo creyó así y se inclinó por uno de sus líderes históricos, Schafik Hándal, quien obtuvo 36% de los votos sobre el 58% de Antonio Saca. Desde entonces, dentro del Frente, algunos de sus miembros hablaban de la necesidad de un foráneo para poder llegar a la Casa Presidencial en 2009.

El 14 de diciembre de 2006, Julio Hernández, entonces coordinador nacional del Frente Democrático Revolucionario (FDR), se reunió con un oficial político de la sede diplomática y aseguró que la dirigencia del FMLN ya tenía una tripleta de “foráneos” y mencionó a Victoria de Avilés, Zablah y Funes. Éstos dos últimos, aseguró Hernández, le habían expresado, en sendas reuniones, “su disgusto ante la idea de servir como meros testaferros y portavoces de la ortodoxia del FMLN, sin que se les permitiera desarrollar sus propias agendas y nombrar a sus propios asesores y miembros del gabinete”.

Para entonces, Funes, según las fuentes de la embajada, era un entrevistador de un programa televisivo que había servido “principalmente como un foro para los simpatizantes de centroizquierda y del FMLN”, que era visto por gente de los medios de comunicación como alguien que había abusado de su programa “para promover su propia agenda política” y que “tenía una amplia reputación de arrogante y de ser una persona difícil con la cual trabajar”.

Para la embajada, la información de Hernández era solo un rumor y no veían claro que el FMLN aceptaría a una persona de fuera de sus filas, más aún después de las reformas aprobadas el 17 de diciembre de 2006, cuando veían al Frente trabajando bajo un claro modelo de centralismo democrático estalinista.

La embajada solo tuvo que esperar cuatro meses más para conocer la fórmula definitiva del FMLN. El 23 de abril de 2007, Charles Glazer, entonces embajador estadounidense, mandó un nuevo cable en el que daba parte de una reunión sostenida entre un oficial político de la embajada y Hugo Martínez, entonces diputado del Frente. Martínez adelantaba la decisión de la cúpula efemelenista para llevar una fórmula mixta hacia la presidencia: Funes, el ex periodista, y Salvador Sánchez Cerén, el ex comandante guerrillero.

Funes, decía el cable firmado por el entonces embajador Charles Glazer, representaba un cambio en el partido. “Después de años de la presentación de candidatos mediocres que recuerdan más del pasado doloroso y sangriento de la nación a los votantes, el FMLN finalmente puede haber aprendido la lección”, reza el texto, donde se veía a Funes como “un candidato más atractivo”.

A los pros del “foráneo”, Glazer hacía una excepción: “Sin embargo, casi dos años quedan antes de las elecciones y cualquier muestra de independencia ideológica o paso en falso de Funes en este lapso podría hacer caer sobre él la ira de los ‘línea duras’ y llevarlo a un exilio político, ya muy poblado por los que han entrado en conflicto con los fieles ortodoxos del FMLN”, razonaba.

A pesar de la independencia que pregonaba Funes, las fuentes alrededor de la embajada se cuestionaban sobre quién, partido o candidato, iba a imponerse al otro en esta relación simbiótica que habían conformado alrededor de la candidatura presidencial. Esto se reforzaba con lo que planteaban algunos analistas consultados por la sede diplomática. Como muestra, durante un encuentro entre Roberto Rubio, director de la Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde), y John Feeley, encargado de El Salvador en el Departamento de Estado, en marzo de 2008, el primero analizaba que el Frente había “comenzado un largo proceso de cambio, para mejorar, tanto en su discurso como en sus creencias” pero que estaba pendiente ver si en la candidatura de Funes sería él quien se impondría al Frente o viceversa. Entonces Rubio aseguraba que era incierto, en términos de su autonomía, lo que le costaría a Funes ese proceso.

El mismo asesor económico del candidato, Alexander Segovia -hoy secretario técnico de la Presidencia-, aseguró a Feeley, el 5 de marzo de 2008, que el FMLN había dado “un montón de autonomía a Funes”. Una prueba de ello era la política económica que manejaría un eventual gobierno del FMLN, donde se mantenía el uso del dólar. “La dolarización, dijo (Segovia), está aquí para quedarse”, se lee en el cable. Y luego mencionaba otros temas de interés para Estados Unidos. Mantener las “fuertes relaciones con el gobierno de Estados Unidos” y seguir con el CAFTA también serían parte de las ofertas, además de que se esperaba “ampliar acuerdos de libre comercio con otros países”. Incluso, Segovia hablaba de empezar a estudiar una posible reforma fiscal, en la que la USAID podía ser de ayuda como lo había hecho en Guatemala.

En la práctica, aún en momentos álgidos durante la campaña, el candidato se apuró a sentar postura antes que su partido. Lo hizo sobre una posible adhesión al ALBA. “Funes comentó que (…) si Venezuela quería hacer un nuevo acuerdo con El Salvador, este tendría que ser compatible con el CAFTA”, relata el cable 167964 del 29 de agosto de 2008; sobre las futuras relaciones con el gobierno de Venezuela, “Funes dijo que no quería estar comentando cada declaración de Chávez y dijo a los medios de comunicación que reorienten sus preguntas a Caracas”; y sobre las supuestas vinculaciones de José Luis Merino, alias Ramiro Vásquez, con las FARC, el candidato afirmó que no existían pruebas de la conexión con Merino e incluso llegó a sugerir que el FMLN podía iniciar un procedimiento legal por difamación contra el gobierno colombiano (Cable número 153726, clasificado como confidencial por la embajada).

A mediados de 2008, Glazer mantenía que la relación a futuro entre el candidato y su partido era incierta y con potenciales divisiones. El entonces embajador analizaba que el apoyo de la comisión política del FMLN a Funes “se derivaba de un deseo evidente de ganar las próximas elecciones” y que la independencia del candidato ya "ha dado lugar a unas pocas disputas públicas” con y entre los dirigentes.

“La batalla por el futuro del FMLN se jugará tanto en público como en privado durante los 10 meses restantes de campaña”, relataba el oficial diplomático. “Esperamos que (…) los meses que restan de la campaña permitirán que Funes y FMLN forjen un modus vivendi y un serio desafío para Arena por el botín electoral.”
 
Para entonces, el Frente seguía aportando la base fuerte de votantes, mientras Funes, su imagen y un leve contrapeso social con un grupo de seguidores hecho a su medida ante la falta de una coalición de fuerzas sociales y partidos moderados a su alrededor. Denominado los “Amigos de Mauricio”, para marzo de 2008, la embajada definía al grupo como una organización “que aspira a ser una ‘tercera vía’ en la política salvadoreña. El grupo incluye a ex miembros de Arena, estudiantes, empresarios, personas que nunca habían votado antes y cualquier persona interesada en apoyar a Funes. El grupo tiene la intención de construir (…) un importante apoyo de los salvadoreños, en el país y el extranjero, en un movimiento social para actuar como un contrapeso a Arena y, si es necesario, a la vieja guardia del FMLN”.

Esto último sería resumido mejor por Gerardo Cáceres, miembro del grupo “Amigos de Mauricio” y hermano del actual ministro de Hacienda y del actual secretario privado de Funes, a finales de agosto de 2008. Según el cable 167965, él, Segovia, Miguel Menéndez y David Munguía Payés se reunieron el miércoles 27 de agosto de 2008 con consejeros políticos y económicos de la embajada. “Una victoria de Funes con un fuerte apoyo de elementos de fuera del FMLN da la autonomía para gobernar sin estar en deuda con las fuerzas duras en el partido”, dijo Cáceres. De perder, aseguró, "este mismo apoyo fuerte de fuera del partido convertiría a Funes en el líder de facto de la oposición”. Sin él, una derrota del candidato solo perpetuaba la polarización de la política salvadoreña.

Para su equipo de campaña, Funes representaba la diferencia. El mismo Hugo Martínez lo dijo al director Christopher Webster, en octubre de 2008: “La diferencia entre los puntos de vista de la línea dura del FMLN en el pasado y el partido de hoy es la candidatura de Funes”.

Aun con ello, a la luz de los cables, la posición del FMLN parecía ser solo un velo para asegurar la victoria electoral. Para la embajada, el Frente intentó demostrar que el pulso entre el candidato y el partido lo había ganado el primero y su nuevo discurso centrista. La dirigencia del Frente manejó ese mensaje en cuanta reunión tuvo con personal de Estados Unidos y hasta el mismo Salvador Sánchez Cerén se desmarcó de seguir apoyando el retorno del colón o revocar el tratado de libre comercio con Estados Unidos, dos puntos inamovibles de su agenda electoral en el pasado.

La embajada, sin embargo, seguía escéptica. “Sigue siendo una pregunta abierta si él (Sánchez Cerén) o Funes lleva la voz cantante del FMLN”, resumía Glazer, tras una cena con el candidato a la vicepresidencia el 26 de septiembre de 2008.

Ese estira y encoge se mantuvo durante toda la campaña y para diciembre de 2008, la embajada –según un cable firmado por Robert Blau el 3 de diciembre de ese año- todavía no tenía claro lo que una victoria del FMLN significaría para la relación bilateral entre ambos países.

Al final, tras la victoria de Funes, las relaciones entre ambos gobierno no cambiaron mucho. La presencia de Hillary Clinton, secretaria de Estado, en la juramentación del presidente Funes, el 1 de junio de 2009, y la posterior visita del presidente estadounidense Barack Obama a El Salvador, en marzo de este año, fueron manejados por la gestión Funes como un espaldarazo de los Estados Unidos a su gobierno. Y tampoco cambió la relación con el partido: una prueba de puños permanente, en la que el presidente ha negociado con partidos de derecha, incluso, para imponerse sobre decisiones que el FMLN no apoya.

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